Estamos en el ecuador de la campaña electoral. Los partidos desgranan en radio, televisión, prensa y redes sociales sus promesas buscando votos que llevar a su zurrón. Pero muchas de esas promesas no resisten un mínimo rigor analítico. Resultarán muy difíciles de aplicar, por no decir imposibles. Se trata de promesas de gran impacto social que no son factibles desde el punto de vista económico.

El PP promete bajar el IRPF el próximo año, cuando el incumplimiento de lo pactado con Bruselas en materia de déficit público es uno de los principales lastres con que ha de apechugar. Las presiones de Bruselas son ahora -antes cuando el déficit era un problema en Alemania no se mostraba tan exigente- muy fuertes en este terreno y no parece dispuesta a permitir muchas más desviaciones. También prometen los populares reducir el desempleo a la mitad en los próximos cuatro años. Supondría dejar el número de parados en algo menos de dos millones. Una cifra muy próxima a la que se alcanzó en los momentos de euforia económica, con el ladrillo en plena eclosión y la economía creciendo al 4 %. No parece que el ladrillo vaya a volver a aquel momento, ni que nuestra economía crezca tanto en los próximos años cuando todo apunta a que caminamos hacia una ralentización del crecimiento.

No se queda atrás el PSOE cuando promete un ingreso mínimo vital, aunque no especifica su cuantía. No le resultará fácil. ¿Cómo sacará el dinero con el déficit sin controlar? Conocemos cómo dejó ese déficit el PSOE en tiempos de Zapatero, pero saben que ahora Bruselas no lo permitiría. Prometen ampliar la cobertura por desempleo cuando saben que no es posible con la nueva legislación laboral. Tendrían que abolir lo hecho por el PP. También prometen eso, sabiendo que no es posible. La prueba palpable la tenemos en lo que los socialistas están haciendo en Francia: una reforma laboral muy parecida a la que los populares han hecho en España. Saben que es una consecuencia de la globalización, asunto que escapa al control de un gobierno.

Ciudadanos también promete una rebaja de impuestos, aunque los deja para el final de la legislatura, sin saber cómo nos encontraremos para entonces, pero todo apunta a que no estaremos para juegos florares. Prometen acabar con las diputaciones y eliminar ayuntamientos para reducir el gasto de las administraciones. Ya lo incluyeron en su pacto de investidura con los socialistas y por poco arde el PSOE. Con los intereses políticos que hay en las diputaciones, los de Ciudadanos o son unos ingenuos o nos venden el chocolate del loro: suprimir unos cientos de ayuntamientos que entre todos no suman 20.000 vecinos y sus costes son mínimos. Porque las diputaciones…

Unidos Podemos se llevan la palma en esto de prometer. Son promesas que carecen de fundamento y tienen mucho de demagogia. Dicen que aumentarán las prestaciones por jubilación cuando la Seguridad Social puede encontrarse con serios problemas para hacer frente a sus compromisos actuales. Proponen aumentar el gasto social en 36.000 millones -habían empezado por 90.000 millones- a lo largo de la legislatura. ¿Saben lo que es el déficit? ¿Lo que supone el aumento del gasto sólo en 10.000 millones? Por si todo esto no fuera suficiente proponen una renta mínima de 600 euros. ¿Con un salario mínimo interprofesional en poco más de esa cifra? Serán muchs los que digan: ¡qué trabaje otro!

Ciertamente estamos en campaña electoral. Tiempo de promesas.

(Publicada en ABC Córdoba el 15 de junio de 2016 en esta dirección)

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